DE PIYUELO A JUEZ//DU MALIN AU JUZGUE

 

Jacobo Curiel, era un joven parisino, muy inteligente, guaperas y resultón con las chicas de su tiempo, para él todo su mundo era la juerga,  hasta  las  cosas  más serias, se las apañaba para hacerlas motivo de diversión. 

Parecía que no le preocupaba para nada el futuro. Era  hijo  único  y  los    padres habían perdido la batalla de encarrillarle por buen camino. De todos modos, se las apañaba para ir sacando los cursos, aunque no se esforzase en exceso.

Desde primero de secundaria, su amigo, compañero de correrías, cómplice de ellas era Germán Dupont, que lo imitaba en todo, hasta en la forma de vestir. Se cubrían las espaldas uno al otro.

Durante los cursos, eran los líderes en la clase y causaban admiración en la mayoría de sus compañeros. Con determinados profesores, buscaban alguna disculpa para dejar de ir a una clase, recurriendo si era preciso a inventarse la muerte del padre de uno de ellos. Como no les faltaba dosis de teatro su historia era creída, para asombro de los demás compañeros, que no se atrevían nunca a delatarlos.

Como a lo largo de los cursos, habían dicho varias veces que se les había “muerto” su padre, le dijeron al profesor de literatura que había muerto la madre de Jacobo, y los dejó irse de clase a los dos, pues uno era el “paño de lágrimas” del otro. Ese día les tocaba hacer una redacción y Don Marcial era muy estricto con las faltas de ortografía. Pasado el día, pasó la romería, y los dos se salvaron de la redacción.

Pero he aquí que, al curso siguiente, Don Marcial, paso a dar clases de historia, dado que tenía las dos licenciaturas y el director del Liceo, le pidió que así lo hiciese, toda vez que de literatura había otros profesores y de historia no. Un día se les ocurrió ir a ver el entrenamiento de la selección de piragüismo en el Sena, así que acordaron ir otra vez con el cuento de la muerte de la madre de Jacobo, si colara el curso pasado, malo sería que no pasase igual esta vez. Con cara de circunstancias se acerca German, (Jacobo ya no había entrado en clase) y le dice a Don Marcial si se podía ir, que le “había muerto” la madre a Jacobo. Don Marcial, lo mira serio y le dice: No, no, no, padres puedo tolerar que mueran cuatro, pero madres, madres, solo una; ahora me va a ir a buscar a su “socio” y se presentan aquí los dos.

Al cabo de unos minutos, se presentan los dos con la cara más colorada que un tomate y el profesor les dice: Vamos a ver caballeretes, ¿se acuerdan del curso pasado que no hicieron la redacción por la misma historia? Tienen cinco días, solo cinco días para traerme una cada uno, por supuesto distinta, de doscientas palabras y como encuentre en ella una sola falta de ortografía, nos volveremos a ver las caras en septiembre.

Se pusieron las pilas, buscaron ayuda externa, pero ambos presentaron unas redacciones impecables que les salvaron de la quema.

Terminada la secundaria, se pusieron a deliberar que carrera hacer, decantándose por ciencias de la información. Pero como la asistencia no era tan estricta como en el Liceo, pronto volvieron a las andadas, pero para tenerlo más fácil se enrolaron en el sindicato estudiantil de la Universidad Paris II.

Su lugar de diversión predilecto era la discoteca “Les Baines Douches” en la rue Louis Mie de la capital, donde tenían bastante éxito con las chicas. Un día vieron a dos jóvenes y atractivas muchachas ir a sentarse a una mesa y les faltó tiempo para acercarse y decirles si podían sentarse con ellas, cosa que asintieron. Cuando un camarero se acercó a preguntarles si querían tomar algo, ellos percibieron que era nuevo en el local, espontáneamente Jacobo le dijo: Tráiganos una botella de champán “Pinot Noir” y cuatro copas.

Mientras se alejaba con unos reflejos inmediatos, German se disculpó para levantarse con el pretexto de ir al baño, dando un bordeo, buscó al camarero que ya iba con el pedido y le dijo: -Tú no lo sabes porque eres nuevo aquí, pero el Sr. Jacobo mi jefe, da siempre muy buenas propinas, así que pórtate bien y trátalo como un señor.

El camarero se esforzó en atenciones y como ese día Jacobo llevaba puesto un elegante pantalón gris claro, una impecable camisa blanca y vestía una chaqueta verde, una burda imitación de las famosas chaquetas del Máster de Augusta de Golf, que, aunque era falsa, daba el pego a los no entendidos, las chicas pensaron que habían dado “el braguetazo” de su vida.

Cuando la botella había bajado de ¾ de su nivel, German vio a un conocido, antiguo compañero del Liceo y se levantó a saludarlo, una vez a su altura le dijo:

-Pierre, ¿quieres ganarte 5 francos? El otro contestó: - No vienen mal, pero depende de lo que tenga que hacer.

-Nada más que llamar a la discoteca desde la cabina que esta al fondo, yo te doy los francos en cambio y al que se ponga, le dices que el Sr. Jacobo, debe llamar con urgencia a su casa, eso sí, no llames hasta dentro de cinco minutos después de que yo me sienta.

Pasado el tiempo establecido, se acercó a la mesa el camarero y le dijo a Jacobo:

-Acaban de llamar por teléfono, debe usted ponerse en contacto con su casa, de forma urgente, al fondo tiene un teléfono si quiere llamar.

Pidiendo disculpas éste se levanta y se dirige hacia el fondo, girando por una de las columnas y se marchó hacia la salida, al cabo de unos minutos, German con cara de compungido, les dijo que si no les importaba iría a ver que le pasaba a su compañero, pues estaba preocupado, ellas por supuesto les dijeron que fuese sin problemas, con un:- ahora vuelvo-, hizo la misma jugada y ambos salieron de la sala, una vez fuera, se alejaron despacio para no llamar la atención de los porteros pero en cuanto salieron  de su vista, echaron a correr como alma que se lleva el diablo. Desde ese día ni que decir tiene que no volvieron a poner los pies en el local, ni siquiera pasar por sus inmediaciones.

Al llegar mayo, comenzó la conocida revolución del 78, los dos amigos se metieron de lleno en las revueltas de Paris. Por supuesto durante las mismas cambiaron su forma de vestir ¿Cómo iban a protestar contra la sociedad de consumo y el imperialismo vistiendo como dandis?

Por fin cuando Charles De Gaulle, anunció las elecciones anticipadas de junio y las protestas se diluyeron, ambos volvieron al “Status” de siempre.

Pero los padres de German no estaban dispuestos a seguir tirando el dinero, así que el padre, le consiguió por medio de un amigo, un trabajo de representación del nuevo material de construcción y para que no se juntase con su compañero, lo mandaron a la sede de la firma en Lyon.

Jacobo por su parte al quedarse solo sin su amigo, sintió como si le hubiese cambiado la vida, entonces habló con sus padres, que ya estaban dispuestos a hacer lo mismo que los de German, pero Jacobo les pidió una nueva oportunidad y ellos se la dieron, por lo que se matriculó en la antigua facultad de Decreto (Derecho) dependiente de la Universidad Paris II, en el barrio latino parisino. Esta vez tiro de inteligencia y pegando un cambio total, consiguió la licenciatura, después aprovechó el tirón y realizó con éxito las oposiciones de Juez.

Conseguida la plaza en el Juzgado de Primera Instancia de Paris, lo que primero se le vino a la cabeza, fue vengarse de los palos recibidos en las revueltas, por las cargas que realizaban las Compagnies Républicaines de Sécurité, sobre todo en los Campos Elíseos, cuando estaba intentando coger una piedra desprendida de un lateral del Arco de Triunfo y un gendarme le dio un fuerte porrazo donde la espalda cambia de nombre.  Pero después recapacitó y cayo en la cuenta que era hora de cambiar de vida, un borrón y cuenta nueva, tenía las tablas para ser un magnífico juez, con la ventaja de haber sido monaguillo antes de convertirse en fraile.

José Moore

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