REFLEXIONES SOBRE TURISMO RESPONSABLE//ABOUT TOURISM RESPONSIBLE REFLECTIONS
El pasado viernes 19 de
septiembre, tuve la dicha de asistir a la Primera Jornada de Pastoral de
Turismo, celebrada en la isla de la Toja. De ella pude sacar algunas reflexiones,
que me parece interesante dar a conocer.
La primera premisa, sea cual fuere el tipo de viaje, es que cuando llegues a un lugar distinto al habitual,
sepas diferenciar el mirar, ver, observar y contemplar, algo diferente que se presenta ante
tus ojos.
Un viaje es inútil y baldío si al
final de este no te ha modificado en nada tu personalidad. Tal vez debido a que
ante ti se presentan cosas en tu entorno, las cuales miras, pero no eres capaz
de contemplarlas.
Al igual que el hijo pródigo, que
va en busca de otro mundo, algo que le de dicha y placer, para al final
darse cuenta, que tenía mucho más de lo que buscaba con tanta ansia, en la ciudad donde vivía. Eso puede pasarnos a nosotros, buscamos con ansia un sitio del
que nos hablaron, llegamos al mismo y no nos percatamos de que en nuestro
entorno, tenemos bellezas singulares, que nada tienen que envidiar del que estamos viendo por primera vez.
Me consta que, a otras personas
les ha pasado lo que alguna vez me pasó a mí, que por motivos laborales he
estado más o menos tiempo en un determinado lugar, y desaproveche la ocasión de
disfrutar de sus encantos naturales, que Dios creo en esa ciudad o país, dejando de contemplar las modificaciones realizadas por las manos del hombre,
para deleite de la humanidad y terminando por malgastar el tiempo libre en cosas
mucho menos creativas, como pasar el tiempo libre en una cafetería hablando con
compañeros o amigos, practicando el deporte común de barra fija y levantamiento
de vidrio y es solo, al final del periplo, cuando te das cuenta de que has perdido la
ocasión de poder ver esto o contemplar lo otro.
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Tal vez un día, pasado el tiempo, ves un reportaje televisivo o lees en un
determinado medio, algo sobre ese lugar en el que has estado tiempo y donde has
tenido la oportunidad de contemplar una obra única en el mundo, que no has
sabido buscarle su momento, para poder observar y mucho menos contemplar, cuando te das cuenta, que priorizaste ciertas cosas de mucho menos valor,
sin dedicar una parte de ese tiempo a la contemplación de una determinada pieza
en el museo natural local, así como el retablo de
la Christ Church, el ruido del agua en los
contrastes, de remanso a un rápido para terminar en una espectacular cascada del río Shannon, o dedicar tiempo a practicar deporte, sin prestar ni unos minutos
a escuchar la competición de trinos entre el Silon, Zampullín, el Zarapito y el Petirrojo
en Pine Forest.
Solo, cuando te introduces de
nuevo en la jungla del asfalto y, te dejas inmiscuir en el ronco sonido de los
tubos de escape de coches y motos para introducirte de nuevo en el bullicio
efervescente de una cafetería o un bar, donde a duras penas logras descifrar lo
que te intenta decir la persona que te acompaña, o bien cuando excepcionalmente
el local se encuentra casi vacío, no escuchas el sonido del silencio, malgastando
tu tiempo en contemplar los mensajes o noticias de tu móvil, ajeno a lo que ve,
piensa y hace la persona que te acompaña, que seguramente hace lo mismo que tú. Solo entonces es cuando te lamentas que no has sido un viajero responsable, ya que,
aunque solo fuese para hablar a los tuyos de lo visto y vivido, (siempre que tu
interlocutor te acogiese, acompañase y escuchase), sin duda hubiese valido la
pena.
JOSE MOORE
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Last Friday, September 19, I had the joy of attending the First Conference of Tourism Ministry, held on the island of La Toja, from which I was able to draw some reflections, which I find interesting to make known.
A trip is useless and useless if at the end of
it your personality has not changed at all. This is because things are
presented to you in your environment, which you look at, but you are not able
to contemplate them.
Like the prodigal son, who goes in search of
another place, something new that gives him joy and pleasure, to finally
realize that much more than he was looking for so eagerly, he had in the place
where he lived, can happen to us, we look anxiously for a place that we were
told about, We arrive at it and we do
not realize that in our environment, we have unique beauties, which have
nothing to envy to the other place.
I know that what has happened to other people
has happened to me, that for work reasons I have been more or less time in a
certain place, and I wasted the opportunity to enjoy its natural charms, that
God created in that city or country, where you stop contemplating the
modifications made by the hands of man,
to the delight of humanity, ending up wasting free time on much less
creative things, such as spending free time in a coffee shop talking to
colleagues or friends, practicing the common sport of fixed bar and glass
lifting. Only when at the end of the journey you realize that you have lost the
opportunity to see this or contemplate that.
When one day, after some time, you see a
television report or read in a certain media, something about that place where
you have been for a long time, where you have had the opportunity to
contemplate a unique work in the world and that you have not known how to look
for its moment, to be able to observe it and much less contemplate it, is when
you
realize, that you prioritized
certain things of much less value, without spending a part of that time
contemplating a certain piece in the local nature museum, the altarpiece of
Christ Church, the noise of the water in the contrasts of backwater to a rapid
to end in a spectacular waterfall of the River Shannon, or spending time
practicing sports, without lending a few
minutes to the trill competition between the Silon, the Grebe, the Curlew and
the Robin in Pine Forest.
Only when you go back into the jungle of the
asphalt and let yourself be intruded into the hoarse sound of the exhaust pipes
of cars and motorcycles and you are once again introduced to the effervescent
bustle of the cafeteria or the bar, where you can hardly decipher what the
person or people who accompany you are trying to tell you, or when exceptionally the place is almost
empty, you hear the sound of silence, wasting your time contemplating the
messages or news on your mobile, oblivious to what the person who accompanies
you sees, thinks and does, who surely does the same as you. It is then that you
regret that you have not been a responsible traveler, because, even if it was
only to tell your loved ones about what you saw and experienced, as long as your
interlocutor welcomed you, accompanied you and listened to you, it would
undoubtedly have been worth it.
JOSE MOORE
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